Aprender a contarte.

Un papel,
dos horas después,
tres momentos ayer,
cuatro sin poder,
cinco por querer,
seis ahí por ver...
siete hora de nacer,
ocho años, crecer,
nueve de corazones
y diez.

Tan aquí y tan lejos.

Tan poco sitio
en tu habitación,
tan y cual mi vicio
por tu olor.

Tan poco reciclaje
en mi corazón,
tan y cual mi anclaje
por tu sabor.

Tan poco ordenado
en mi vida,tan a ti encadenado
por tu huida.

'Quien poco posee, tanto menos es poseído.' Nietzsche.

La luna como casualidad.

Era una noche fría
donde los gatos azules
se escondían
en la sombra
de los árboles
que decían
que no se nombra
a los gatos de colores.

Era una mañana tibia
donde los semáforos erraban
el color de su movimiento.
En la que la estría
de los que andaban
cerraba nuestro pensamiento.

Era una tarde de agosto
y ya se podía ver,
en el final de la montaña,
salía para volverse a esconder.
Algo de maría y costo,
para pasar de la mañana,
a poder ser,
algo por lo que no querer
a una madrugada.

Me encanta tu saber bailar.

Dónde estará ese lugar
donde los mares suelen
ir a donde tu vas.
Donde los colores huelen
a tu pasar.

Dónde estará ese altar
donde no me voy a subir
con un anillos de atar.
Donde las velas el derretir
a tu mirar.

Dónde estará ese besar
donde quiero dejarme
llevar para soñar.
Donde despojarme
a tu rozar.

Dónde estará ese sonreir
donde tú estuviste una vez
para dejarme ir.
Donde ahora llora un pez
a tu sentir.

El mar en dos globitos de cera.

Dime que no son de verdad,
dime si tus sueños están sentados
en mi sofá.

Dime por qué mi corazón,
dime por qué está dando saltos
en tu razón.

Dime que no hay color,
dime lo que no se pueda decir
en tu sabor.

Dime, niña, por favor,
dime que escuche tu voz,
que contigo sería vivir
en un rayo del Sol.

Niña de ese círculo en color.

Niña del bongo,
trocitos de cielo,
Niña del bongo,
nuditos en tu pelo.

Mundos
son tus dos espejos,
Puntos
negros con reflejos.

Infancia,
tenga por educar.
Fragancia,
de tu saber estar.

Juegos
de toda la vida.
Luegos
de los vuelta e ida.

Manitas
que tocan sin palpar,
mis besos,
en tus mejillas
al oírte hablar.

Tan verbo y tan viejo.

Paró,
abrió, y entró.
Se sentó.
Se cerró.
Se pensó,
en baja voz.

Me escuchó.
Me miro.
Me sonrió,
y de mirarme dejó.

Te besó.
Te eligió.
Te espero.
Y de elogios
te llenó.

Conoció.
De nuevo, esperó.
Comentó,
de viejo, pero
no contestó.

Calcinó.
Las cenizas.
Calentó.
Su quizás.
Calibró.
Mi esperar.